Los bellos durmientes

 

publicado originariamente  aquí

Corro entre durmientes. No consigo precisar en qué punto de la Pampa Húmeda. Da lo mismo, el paisaje es igual: una vía de ferrocarril con pastizales a los lados y yuyales en el adentro, extraviada en el olvido. Mis piernas se debaten entre dar dos trancos cortos de pisada irregular o una zancada exigida entre durmiente y durmiente. Es un tramo de dos kilómetros que fatiga y quema las piernas castigándolas, después vendrán veinticinco kilómetros a campo traviesa y caminos de tierra. Se trata de resistir. Por aquí, estar yendo es casi más importante que llegar, y la mente casi más importante que el esfuerzo físico. Tranco largo entre durmiente y durmiente. Quebracho colorado: madera noble, firme, rústica, perdurable. Y bella. Modigliani fue el primero en percatarse. Su condición de vida precaria no daba chance para hacerse de materiales, entonces, el joven artista, robaba durmientes del Ferrocarril de Paris para dar rienda suelta a sus manos tallando la madera hasta conseguir sus primeras esculturas. Se dice que ese es el origen de la forma espigada de las figuras en sus cuadros: conservan idénticas proporciones que los durmientes.

El caso local es bien distinto: es Argentina. Los durmientes quedan “pipí cucú” en casas de campo y de countries. Quebracho colorado, madera noble, perdurable. No hay como el quebracho colorado en forma de durmiente. Es un bien preciado y en extinción; por ser un bien preciado y en extinción, nació un mercado negro, parecido al de los adoquines en la ciudad. Se desmantelaron vías de ferrocarril que ya no comunican pueblos, que son sólo un recuerdo que atraviesa yuyales. Los antiguos vagones de madera corrieron igual suerte: ya no ruedan: son pintorescas casas: sé de una en Cariló; otra en Tandil, en la finca de René Lavand (“No se puede hacer más lento”), incluso, hay uno devenido en restaurante en un punto impreciso del Barrio de Caballito.

Corro entre durmientes. Tranco largo y… piso en falso. Caigo. Se esfumó la seguidilla de durmientes. Han sido desmantelados aquí también. Quién sabe en dónde estarán. No quiero que sean mesa ratona en un quincho. Deseo que sean escultura. Invoco a Modigliani. Le encargo cincuenta y un esculturas para emplazar en el Hall de la Estación Once. Un Monumento a los bellos durmientes.

APG©

22-02-2012


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