Juan sin huella, en De puntín

 

“La ficción es ese lugar donde todos somos inocentes”

 

 

– ¡¿Dónde estabas?! Ya empezó el partido.

– Ocupado. Acabo de matar a alguien.

– Dale, abríte un par de cervezas.

 

Recordó a su abuela; ella siempre le decía: “No hay mejor manera que crean que mientes que diciendo la verdad”. Fue directo al baño. Se masturbó frenéticamente. Eyaculó dos veces seguidas sin dejar que su pene se ponga flácido. Luego se encerró en el cuarto y se sentó frente a la computadora. Era la primera vez que no miraba el partido del domingo. Tenía otra final pendiente. Acaso más importante.

 

 

Veo un descampado que supo ser potrero. Hoy, mitad baldío, mitad basural. Veo el cadáver mutilado que supo ser un joven no mucho tiempo atrás; probablemente lleve pocas horas de muerto. Ser asesinado, es imposible de prever; ser descubierto, una demora improbable de calcular. Estos pagos ya no son frecuentados por picaditos de tarde. Sólo es cuestión de esperar.

 

 

Nivel I

… [……] frena, engancha hacia dentro, [……] queda en el piso, [……] tira el centro… [……] da rebote… entra [……]… Gol… Gooolllll…. Gooooollllll!!! de [……], [……]. El volante [……] llegó como una tromba y aprovechando la mala salida del arquero [……], quien no pudo retener, de arremetida empujó el balón a la red…

 Ficha Técnica

Partido: Semifinal Argentina vs. Brasil

Fecha:    Sudáfrica 2010

Autor del Gol: Sebastián Blanco

Arquero:  Julio César

Resultado: Empate. A penales: Arg 2 / Bra 4

 

El juego multimedia The goldfinger fue aceptado con masivo entusiasmo ni bien se lanzó al mercado. Proponía acertar la ficha técnica de varios relatos de goles mundiales famosos. Ofrecía al ganador, el pasaporte al mundial Brasil 2014. El desafío se estructuraba en diez niveles que iban in crescendo en grado de dificultad. Semana a semana aparecía on line el nivel siguiente al que sólo podían acceder aquellos que hubieren superado el nivel anterior. Dentro de las restrictivas condiciones para suscribirse al juego estaba la de estar excluido -el participante- de cualquier actividad profesional relacionada con el futbol o con las empresas auspiciantes. La aceptación de ésta y el resto de las bases era condición sine qua non para aspirar al premio. Un asesinato se habría cometido a la altura del Nivel IX, determinaron los forenses que analizaron el cuerpo hallado en avanzado estado de putrefacción mientras el ganador de The goldfinger ya había sido coronado.

 

Nivel II

…ahí la tiene [……]. Le marcan dos. Pisa la pelota  [……]. Arranca por la derecha el genio del futbol mundial. Puede tocar para [……]. Siempre [……], genio, genio, genio…tá, tá, tá…, gooooool…, quiero llorar… Dios Santo, viva el futbol, golazo… Es para llorar, perdónenme. [……] en recorrida memorable, en la jugada de todos los tiempos…, barrilete cósmico… ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto [……]? Para que el país sea un puño apretado gritando por [……]. Gracias Dios por el futbol, por [……], por estas lágrimas!!!

 Ficha Técnica

Partido: Cuartos de final Argentina vs. Inglaterra

Fecha:    México 1986

Autor del Gol: Diego A. Maradona (2do gol)

Arquero:            Peter Shilton

Resultado:          Argentina 2 / Inglaterra 1

 

Juan sin huella no es un sobrenombre casual; es bien literal. Las huellas, además de ser rugosidades con formas arbitrarias en la epidermis de la yema de los dedos, están formadas por montañas y valles. Las «montañas» vendrían a ser las crestas papilares y los «valles», los surcos interpapilares. En las crestas se encuentran las glándulas que producen el sudor, el cual contiene aceite que se desliza hacia los surcos donde se almacena. Al tocar, esa grasa almacenada en los surcos, pasa a la superficie tocada y así, como por transferencia, nace la huella dactilar. Ésto lo supo Juan sin huella desde muy pequeño cuando comenzó a indagar porqué sus dedos lisos eran diferentes a los del resto de las personas. A esa altura, no pudo cuantificar si su naturaleza diferente podría ser perjudicial o ventajosa. Sólo adoptó con resignación el apodo que su entorno le había endilgado.

A partir del Nivel III, el juego se empezó a complicar. Los dos primeros niveles habrían tenido como objetivo estratégico ser anzuelo para, de este modo, capturar la mayor cantidad de participantes y así generar expectativa creciente hasta el final. Con este concepto, los creadores del juego habrían puesto en primer lugar el relato del gol definitorio para el empate de Argentina, en la semifinal del reciente mundial 2010, donde quedó excluida luego de la definición por penales. Que ganara uno u otro esa semifinal era sólo una cuestión de honor porque tanto Argentina como Brasil sabían que la copa mundial la alzaría Sudáfrica, el país anfitrión.  Se daba una situación similar a la acontecida en el mundial del `78: demasiadas violaciones a los derechos humanos por cuestiones raciales necesitaban ser tapadas en el país africano. El otro relato histórico de gol, el de la mano de Dios en el mundial México 1986,  fue el último anzuelo implementado por los organizadores en el Nivel II. De ahí en más, y luego de superar la expectativa de convocatoria de participantes, cada escalafón se volvería filtro.

The goldfinger estaba concebido minuciosamente de modo de dejar excluido a cualquier aventurero con ánimos de hacer trampa. Contaba con un sistema de reconocimiento de huellas digitales. Este detector garantizaba que cada individuo que participaba del juego sea único e irremplazable. A medida que el juego avanzaba en niveles y dificultad, el mismo filtro provocaba que la cantidad de participantes acreditados a competir sea cada vez menor. Las etapas eran eliminatorias y apuntaban a conformar un cuadrangular en el último nivel.

Juan sin huella jugaba desde la invisibilidad. Acertaba fácilmente -sin estar acreditado con código de participante- y esperaba ansioso que apareciera on line la siguiente etapa.

 

La Identificación biométrica es la verificación de la identidad de una persona basada en características corporales o de comportamiento, utilizando por ejemplo su mano, el iris, su voz o su rostro. Aunque los estudios biométricos no son perfectos, sí son una herramienta muy poderosa para identificar personas. De todos los sistemas de identificación biométrica existentes, las huellas dactilares son las únicas legalmente reconocidas como prueba fidedigna de identidad.

La sensación de incertidumbre que Juan sin huella venía teniendo sobre su naturaleza diferente comenzaba a inclinarse positivamente a su favor. Últimamente lo albergaba la idea de que ser Juan sin huella podría terminar siendo un alivio.

 

El juego permitía configurar un sin número de opciones multimedia para recrear el gol en cada etapa. Se podía acceder a la animación de la jugada definitoria, vistiendo a los jugadores con la camiseta del país que se deseara. También se podía poner el audio con el relator que se prefiriese de todas las opciones que se ofrecían on line. Entre las voces estaban -gracias a la tecnología- Fioravanti, Marcelo Araujo, Víctor Hugo Morales, Mariano Closs, José María Muñoz y Miguel Simón. Estos adicionales podían facilitar o complicar la resolución de cada etapa.

Juan sin huella  había alcanzado -desde la clandestinidad- la mitad del juego luego de acertar el gol que convirtió el jugador uruguayo Ghiggia, en la final del mundial Brasil `50; el gol de Carlos Alberto, el cuarto de Brasil en la final de México `70 frente a Italia,  y el gol del Chango Cárdenas al Celtic. A medida que avanzaba el juego se volvía más y más difícil de modo tal que a esta altura, nivel VI, la cantidad de aspirantes que habían sido eliminados era considerable.

Juan sin huella ya estaba familiarizado de algún modo con sus competidores  a los que veía caer uno a uno. Ésto ellos lo ignoraban, como su existencia misma.

Recién al resolver el nivel IX, anteúltimo escalón necesario para ser coronado el ganador del pasaporte al Mundial 2014, Juan sin huella, consiguió identificar a su competidor directo. Su obsesión era tal que no le alcanzaba con reconocer a su oponente en el juego sino que se le hizo imperioso ubicarlo materialmente. Quería ganar. Necesitaba ganar.

Siempre hay un momento en que un juego deja de ser juego. Es un punto de inflexión tan imperceptible que el que está dentro cree que sigue jugando.

Pocos habían salido airosos del séptimo nivel donde se relataba el dudoso gol de Hurst a Alemania en el mundial de Inglaterra ´66. También del octavo, en el que Grillo definía para obtener -en el estadio de River Plate- el primer triunfo argentino frente a un seleccionado inglés. A la altura del anteúltimo paso sólo quedaba él -en la invisibilidad- y su contrincante, quien sería flamante ganador sólo si acertaba ese último escalón definitorio. En cambio, Juan sin huella, ya había acertado; sin embargo no le bastaba para ganar. Esto lo perturbaba.

En toda su existencia, y a pesar del sobrenombre, nunca se había sentido traicionado. Hasta ahora. Tenía un pacto con la realidad y esta vez, la realidad, lo había traicionado. La realidad era maciza y no le pedía disculpas. Desconocía cualquier acuerdo. El desengaño lo exasperaba. Se figuraba que tenía un pacto tácito con la realidad y, si él había cumplido su parte, pretendía cierta reciprocidad.

Repasó por última vez las Bases y Condiciones del juego. Se asumió en flagrante discriminación. Es condición sine qua non tener huellas dactilares para participar. Es la realidad. La realidad entonces, no estaba a su altura moral. ¿Qué hacer? No se puede apelar a ningún tribunal que esté por encima de la realidad. La superioridad moral no le servía siquiera para patalear ante los demás ya que, todos los otros, capaces de indignarse contra la realidad sólo en sus propios casos, le harían ver que la única verdad es la realidad y que, por lo tanto, ofuscarse no era propio de un hombre racional. No quería estarlo pero lo estaba; estaba atrapado en una encrucijada. Ya no era un ser racional; adoptó casi sin percatarse la tozudez de un insecto.

 

 

Veo el descampado. Huelo a tormenta. Es probable que el agua, al tomar contacto con el cadáver, ahuyente los gusanos de las vísceras y, si es lo suficientemente violenta, despegue la podredumbre de lo que le queda de piel. Es probable, también, que el vaho maloliente se disperse en ráfagas y, antes de desaparecer por los aires, sea capturado por un alguien; que penetre profundo en sus fosas nasales, que provoque en él un gesto vomitivo, una arcada, y lo guíe morbosamente hasta el cuerpo para ser descubierto. Es probable -casi tengo la certeza- que jamás sea comprobada la identidad del muerto de extremidades mutiladas, ni tampoco la de su asesino. Lo digo yo, como que me llamo Juan sin huella y tengo un pasaporte al próximo mundial.

 
 

Mención especial a dos queridos amigos Patricio Nayar (Racing) y Enzo Trossero (Independiente), sin los cuales la elección de los goles no hubiese sido posible. Gracias a ambos.

APG©

Valeria del Mar, Diciembre 2008

 

 

 

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