Casa Tomada

 

El departamento (de Leila) invita. Es receptivo, de puertas abiertas como las bienvenidas en casa de pueblo. Estoy en el ascensor recorriendo los cinco pisos que me separan de la puerta fuera de escuadra que obliga a los visitantes a inclinar el cuerpo sobre ella para abrirla y así sumar un rayón más a las baldosas del palier. Y ya estoy dentro, sin preámbulos ni cerraduras, atraída por una ráfaga caliente que contrasta con mi nariz morada. A esta hora, una parte del living es aula-taller; antes o después, quién sabe. Quién pudiera confirmar si la ronda imprecisa, heterogénea de sillas, butacas y silloncitos, permanece allí: alrededor de un centro bajo y rectangular con platos colmados que tientan, con pilas de libros que tientan. Mi lugar en la rueda es fijo, condicionado por la cercanía al jarrón de agua -grande, pesado, de loza en blanco y azul, que recibió de obsequio; que a mí me gusta y a Leila no; que está dispuesto en una bandeja oscura y rectangular junto a vasos descartables blancos, sobre una mesa, sobre un extremo, sobre mi izquierda, pegada a la pared-. Quién sabe, quién pudiera confirmar si la otra, la más alta de las tres, opuesta a la del jarrón, que ofrece termos con agua caliente y café y tazas y té y…, quién pudiera confirmar si permanece allí al finalizar la clase, en ese ambiente de paredes blancas y despojadas, sin bibliotecas ni cuadros ni espejos ni televisores ni fotos ni ventanas, salvo la salida al balcón corrido que da a la calle, ubicada en el lado opuesto del rectángulo que conforma este living. Quién sabe, quién pudiera aventurar si sus habitantes -una vez terminada la clase-regresarán aquí algún rastro de sus vidas además de la colección de algas y caracolas que da cuenta de los viajes por el mundo, o de la cámara fotográfica antigua, con fuelle, que da cuenta de una pasión; o de la vieja cajita azul de fósforos Fragata que también da cuenta…, pero de otros tiempos.
Tal vez sus moradores aguarden a que nos vayamos -nosotros, los intrusos- para volver a su sitio el cuadro que yace horizontal y a la espera, y de una vez por todas recuperar el living.

APG©


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