Columna El Cronista

Publicado originariamente en Cronista.com

La edad de los Por qué

La psicología evolutiva sitúa a la edad de los por qué, dentro de la etapa de la primera infancia que va de los tres a los seis años. Es un período de descubrimiento en el que el niño indaga desenfrenadamente sobre todo lo que lo rodea para construir un universo de verdades semánticas y lógicas que lo contengan. En mi caso, que soy defectuosa por naturaleza y no cuajo con los estándares, ese período no sólo se perpetuó hasta la adultez sino que, además, al día de hoy, mi existencia se sostiene tambaleante entre muchos interrogantes y casi ninguna respuesta. A veces, apelo a la filosofía para amenguar la desazón de la incertidumbre pero siempre, irremediablemente, obtengo el mismo resultado: más y más preguntas. Aristóteles, por ejemplo, define el concepto de verdad como veritas est adecuatio rei et intelectus (la verdad es la correspondencia entre la cosa y la mente que la percibe). Este axioma, a mi entender, acaba por destruir la cosa en tanto y en cuanto la percepción de ella tiene tantas interpretaciones como intelectos perceptores. Probemos con la lógica matemática que suele ser más exacta. Alfred Tarski (Alfred Teitelbaum. Lógico, físico y matemático. Varsovia, 1902 – Berkeley, 1983), le da al concepto de verdad una interpretación semántica. Toma como ejemplo la oración La nieve es blanca, y se pregunta en qué condiciones esta frase es verdadera o falsa. Si nos basamos en la concepción clásica de la verdad, diremos que la oración “la nieve es blanca” es verdadera sí y sólo sí la nieve es blanca, y es falsa si no lo es.


La foja doscientos trece (213) del expediente que transcribe el testimonio de Antonio Horacio Stiuso (Jaime Stiuso) en la causa por la muerte del Fiscal Alberto Nisman, comienza con esta frase:


/// la ciudad de Buenos Aires, a los 17 días del mes de enero del año dos mil quince, comparece ante la Sra. Fiscal y Secretario autorizante, una persona previamente citada a la que se le hace saber que se le va a recibir declaración testimonial. Requerido por la señora Fiscal a prestar juramento o promesa de decir la verdad de todo cuanto supiere y le fuera preguntado, y previo instruírselo de las penas con que la ley castiga el falso testimonio, manifestó que jura decir la verdad.

Declaración de Stiuso

De Tarski aprendimos que la oración “a los 17 días del mes de enero del año dos mil quince” es verdadera sí y sólo sí , el día en que fue formulada como presente, es efectivamente el 17 de de enero de 2015, y falsa si no lo es. Mal podría brindar testimonio un sujeto, en la causa por la muerte de otro sujeto, cuando éste último aún no ha muerto. Se infiere entonces que la oración “a los 17 días del mes de enero del año dos mil quince” es falsa.
La oración “manifestó decir la verdad” es verdadera sí y sólo sí quien la emite manifiesta la verdad, y es falsa si no lo hace. Mal podría manifestar la verdad un sujeto que comienza su alegato convalidando una falsedad. Se infiere entonces que la oración “manifestó decir la verdad” es falsa de toda falsedad.
¿O alguien osa imaginar que al capo recontra capo de todos los capos de inteligencia se le pasó por alto un “error” de primero inferior?
Me reconozco como una analfabeta del Derecho. Aún así, entiendo que a los letrados que avalaron este testimonio con su firma (Dra. Viviana Fein y su Secretario), ya sea por impericia o intención manifiesta, les cabe, como mínimo, una investigación por ésa y todas las irregularidades que arrastra esta causa desde el mismísimo punto cero. Como por ejemplo, que la mencionada declaración de Jaime Stiuso conforme, en volumen, la tercera parte de la testimonial de la joven Florencia Cocucci, siendo que la indagatoria a quien trabajó por décadas junto al Fiscal de la UFI AMIA debería ser más contundente y extensa que la de una relación frívola y ocasional. Presumo.
De Tarski aprendimos que las oraciones “Alberto me pidió un arma” o “El Fiscal Nisman me pidió un arma” que pronunciaron en su declaración Diego Lagomarsino y el custodio Rubén Benítez, respectivamente, son verdaderas sí y sólo sí el Fiscal Alberto Nisman les pidió un arma, y falsas si no lo hizo. Aquí el dilema. La única persona que podría constatar esto, está muerta. No existe grabación alguna o prueba fehaciente de que este pedido haya existido. Con el agravante de que ambos declarantes están imputados en la causa, y uno es el dueño del arma que causó la muerte del Fiscal y el otro, el custodio que debía velar por su seguridad. La pregunta que cabe es: si no hay nada que acredite la veracidad de sendas declaraciones, ¿por qué en el inconsciente colectivo se instalaron como verdad de sentencia? Y voy más allá. ¿Por qué la primera reacción estratégica de Diego Lagomarsino consistió en salir a demostrar a toda costa (con tickets de peaje, etc.), que en un rango horario, posterior a la entrega del arma, él no estaba en lo que sería el escenario del crimen? Si nadie lo imputaba ¿Será, tal vez, porque sabía que allí se perpetraría un asesinato, ni más ni menos, que con su propia arma? ¿Será, tal vez, que actuó bajo presión siendo el facilitador y cómplice de dicho crimen? Y en ese caso, ¿bajo presión de quién o quiénes? ¿Cómo es posible que aún esté libre?
¿Por qué estos interrogantes que me planteo como ciudadana común, a un año de la muerte del Fiscal Alberto Nisman, la Justicia no se los planteó?
¿Por qué, aún hoy, la causa tramita en la Justicia ordinaria cuando es imposible escindir el hecho de la obviedad de que la víctima se desempeñaba como Fiscal Federal en la UFI AMIA y que días antes había denunciado a la ex Presidente por encubrimiento? ¿Alguien tiene dudas de que es una cuestión de Estado y que impera el traslado a la Justicia Federal? ¿El reciente pase de mando en la investigación entre la Fiscal Fein y la Jueza Palmaghini no tendrá como único objetivo sentar un “falso” precedente para quedar exceptuada, ésta última, de una futura imputación por irregularidades en la investigación?
¿Por qué las pericias informáticas arrojaron como resultado que, el domingo 18 de enero alrededor de las once de la mañana, hay cruce de llamadas entre los celulares de Jaime Stiuso y Luis Miño (a cargo de la custodia de Nisman), el Fiscal Carlos Stornelli con el celular de Fernando Pocino, y el de César Milani con el de Jaime Stiuso. Todo esto, doce horas antes de que surgiera la primera alerta a partir de un tuit del periodista del Buenos Aires Herald, Damián Pachter. Doce horas es mucho tiempo pero no el suficiente para preparar una buena mise en place. Parece.

¿Por qué aún no se investiga a la fuentes que revelaron (Télam y Aerolíneas Argentinas) información confidencial sobre el ticket de vuelo del periodista Damian Pachter, perseguido y forzado a emigrar del país.

¿Por qué el Secretario de Seguridad Sergio Berni le dio las condolencias a la madre del Fiscal, al llegar al departamento en Puerto Madero, cuando aún nadie había constatado fehacientemente que estaba muerto?
¿Por qué el software espía que se encontró en el Smartphone del Fiscal Nisman es el mismo que se encontró en objetivos opositores al presidente de Ecuador, Rafael Correa, y reportan los datos robados a la misma estructura de mando y control?
¿Por qué Aníbal Fernández, el armador y gestor de la campaña de desprestigio y desvío de la investigación, aún no fue citado a declarar para que explique, entre tantas cosas, cómo obtuvo el audio de una conversación privada entre el Fiscal y su hija, y se valió de la misma para exponerlo mediáticamente en una vil actitud?

No vaya a creer el lector que todos mis interrogantes rondan la misma temática. No. También me aquejan cuestiones más existenciales como, por ejemplo, si alguna vez podré volver a escribir Literatura, u otros asuntos menos relevantes, a saber, ¿Por qué Gabriela Michetti no tiene una silla de ruedas a motor?

Mejor vuelvo a Tarski. Él hace una distinción entre verdades cerradas y abiertas. Un ejemplo del primer caso podría ser “Este libro lo escribió Jorge Luis Borges y se llama El Aleph”. Si fuera el segundo caso, el de la oración abierta, diría “Este libro fue escrito”.

El Fiscal Nisman está muerto. Es una verdad abierta que no resiste el axioma aristotélico veritas est adecuatio rei et intelectus. Es una verdad abierta. Es imperioso cerrarla.
Porque me gusta pensar la duda como deuda.
Porque deuda y culpa, en alemán, tienen la misma etimología: schuld
Porque plantear interrogantes es insurrecto. Entonces me sublevo y pregunto:
¿Por qué nada reconforta?
¿Por qué todo es insuficiente?
¿Por qué?

 

 

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